En Yucatán se han devastado entre 20 y 40 mil hectáreas: Cinvestav
“Es de nuestro interés llamar la atención, principalmente de autoridades, para que estén pendientes de no continuar con esta devastación del manglar”, Jorge Herrera Silveira, del departamento de Recursos del Mar del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN (Cinvestav).
En Yucatán, alrededor de 30 por ciento de los manglares, es decir, un estimado de 20 a 40 mil hectáreas, se han perdido o degradado. “Para mí, eso es un tema grave […] estamos viendo que se sigue degradando porque sigue habiendo cambios en el uso de suelo, se sigue rellenando, están obstruyendo los pasos de agua que permiten el intercambio con el mar”.
La degradación, puntualizó, ha ocurrido por la conexión de los puertos de abrigo con humedales porque ha entrado agua marina en exceso, se ha evaporado y salinizado el manglar; además, hay menos aporte de agua dulce porque los petenes fueron rellenados con materia orgánica, por lo que señaló como necesaria una limpieza a los petenes y carreteras, pues estas ultimas cortan flujos de agua y hay que limpiar los pasos del líquido.
“La ley debería, por el momento, establecer que no se den permisos de construcción en ninguno de los humedales costeros hasta no verificar cuál es la condición actual y cómo recuperarlos”.
Desde su conocimiento, exhortó a detener todos los permisos en el cambio de uso de suelo de las zonas de manglar, “ahí las presidencias municipales son las que tienen la tienen la responsabilidad”; abundó que los límites de construcción en la costa no son cumplidos como deberían, incluso hay predios más delante de los 100 metros que deberían respetar de playa, ocasionando su erosión.
“En El Cuyo quieren hacer una expansión tipo Holbox, lo cual sería totalmente depredador porque la zona del Cuyo es extremadamente sensible. Entonces lo que menos debes hacer es promover el que se haga desarrollos; al contrario, es un sitio sensible que debe conservarse”.
Ahora todavía es momento de mejorar las condiciones, pero es necesario detener estos permisos, dijo; finalmente, continuó, son las comunidades las que sufren las consecuencias, no las industrias o privados que luego de depredar se cambian a otro sitio.
“Vayan ustedes a cualquiera de las comunidades, les están comprando sus terrenos a precios ridículos, ya las actividades económicas no dan abasto y ¿por qué no dan abasto? Porque hay un cambio de uso de suelo que no les permite desarrollar actividades y es lo que nosotros estamos haciendo, con la restauración; recuperar ecosistemas”.
Destacó que, por ejemplo, la inundación de 2020 causada por la tormenta tropical Cristóbal fue precisamente una de las consecuencias más evidentes de la desaparición de los manglares, “porque los manglares son como una esponja” y de haber estado presentes habrían absorbido el agua.
Profundizó que los fenómenos naturales siempre han existido y no son razón para temer; a lo que hay que tenerle miedo es a la degradación porque es cuando existe el riesgo, por lo cual concientizó sobre la importancia de recuperar estas áreas naturales.
Lamentó que hay muy pocos recursos invertidos en pro de la restauración, aunque desde Cinvestav cuentan con proyectos de restauración en Celestún, Sisal, Chuburná, Progreso, Yucalpetén, Dzilam y El Cuyo.